19/05/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

El Atractivo de la cultura maya

01/11/1987
El 26 de septiembre tuvo lugar en el Museo Nacional de Historia de Taipei, un acontecimiento de gran interés y que indudablemente habrá de marcar un hito dentro del intercambio cultural entre la República de China y Guatemala: la inauguración de una muestra de tesoros culturales mayas, que por espacio de dos meses ha permanecido en exhibición, para luego iniciar un recorrido itinerante por espacio de cinco meses, por las principales ciudades de Taiwan: Tainan, Taichung y Kaohsiung. Tan esperada muestra fue posible gracias a la colaboración del Museo Nacional de Antropología y Etnología de Guatemala quien gentilmente prestó tan antiguos artefactos para ser exhibidos en el museo de Taipei, así como al particular interés por parte del Sr. Chen Kwei­-miao, director de este último museo y a un costo de aproximadamente US$5 millones (US$160.000) , habiendo asumido el gobierno chino, la responsabilidad de proteger y cuidar las 296 reliquias culturales por un valor equivalente a US$10 millones. Al acto de inauguración de dicha exposición, que antes de su apertura había sido visitada por aproximadamente 2000 personas, asistieron entre otras altas personalidades, los señores Shih Chin-chu, viceministro de Educación; Chen Kwei­-miao, director del museo anfitrión; los diplomáticos Chen Yu-chu y François Yin, el embajador guatemalteco en la República de China, Gral. Rolando Chinchilla Aguilar y Sra. María Castañeda de Chinchilla, así como la directora del Museo Nacional de Arqueología y Etnología de Guatemala, Licda. Dora González. Solamente durante el primer día de la inauguración asistieron al museo más de 20.000 personas, lo cual evidencia el éxito alcanzado por esa muestra, lo que fue confirmado también por la masiva asistencia de público al ciclo de conferencias programadas, ofrecidas por la Licda. Dora González, sobre La cerámica maya del período pre-clásico; el Sr. Lin Heng­-neng del ministerio de Relaciones Exteriores, sobre La cultura maya, así como las impartidas por los señores miembros de la Academia Sínica: Kao Yo-teh y Chi Chen-hua, sobre El jade maya y Encuentros arqueológicos de artefactos mayas, respectivamente. La muestra en mención -comprendiendo los períodos Pre­-Clasico (2000 a.C. a 250 d.C.), Clásico (250 a 900 d.C.) y Post-Clásico o Clásico Tardío (900 d.C. hasta finales del siglo XV y principios del XVI o sea hasta la llegada de los conquistadores españoles)­ se centralizó en esculturas en piedra, tallados en jade, alfarería (figuras humanas, grandes vasijas, incensarios y estelas), ornamentos de plata y oro, así como 46 trajes de los indios mayas, exponiéndose adicionalmente 30 fotografías de pinturas originales de la Sra. Carmen Lind Pettersen, artista del folklore guatemalteco. Un grupo de hombres cuyo origen exacto ha sido imposible llegar a establecer, se dedicaron a levantar grandes monumentos de piedra en forma de templos, pirámides y palacios. Durante muchos años trabajaron en forma continua, construyendo extrañas formaciones arquitectónicas cuya función básica era el dominio del espacio exterior, es decir ceremonial. Sus sólidas construcciones fueron hechas con propósitos religiosos. Para ellos era más importante construir una plataforma o un templo gigantescos, en lugar de construcciones sólidas y prácticas para la vida diaria de todos los miembros de la comunidad. Los dioses eran lo más importante, porque constituían la razón principal de su existencia, dominando absolutamente todos los elementos básicos de la vida: el sol, la lluvia, los cultivos, el hambre y la guerra, así como la vida y la muerte. Los mayas, la civilización más brillante de la América precolombina, vivieron distribuidos en cinco regiones: 1. Las altiplanicies de guatemala; 2. El valle del Motagua, región fronteriza del Sur entre Guatemala y Honduras, con las antiguas ciudades de Copán y Quiriguá; 3. Petén, con Tikal y Uaxactún; 4. El valle del Usumacinta, con Palenque, Yaxchilán, Piedras Negras, etc. 5. Toda la península de Yucatán, con Chichén Itzán, Uxmal, Tulum, etc. Matemáticos geniales, grandes astronómos, inventores de un sistema jeroglífico de escritura, ignoraron sin embargo los metales y usaron a guisa de herramientas, piedras pulimentadas que se asemejan hasta confundirse con ellas, a las de nuestra época neolítica. Edificaron suntuosas ciudades sagradas en pleno corazón de una selva virgen. En sus imponentes templos encaramados en la cima de pirámides que a veces alcanzaban 70 metros de altura, se desarrollaban ceremonias rituales y de iniciación, cuyo reflejo nos ha sido transmitido por algunas piedras magníficamente esculpidas. Desgraciadamente su significado aún se nos escapa, lo que ocurre también con los jeroglíficos, de los que sólo se ha descifrado la mitad. Su sociedad no fue una simple sociedad de sacerdotes y campesinos, sino que una cultura estratificada, compleja y cosmopolita. Todo cuanto los caracteriza pertenece por lo demás, al ámbito de lo insólito. Cuando una madre había perdido a su hijo, se cortaba un dedo y lo de­ positaba en la tumba. El uso de la barba estaba reservado a la aristocracia; había que quemar, pues, el rostro de los niños con lienzos muy calientes a fin de que más tarde fuesen imberbes. El estrabismo era el logro estético más buscado y con tal objeto, colgaban entre las cejas de los bebés mayas, una bola de resina atada a un mechón de pelo, para obligarles a bizquear. Deformaban asimismo los cráneos de los niños de pecho, práctica que se encontraba también en el próximo Oriente y entre los lejanos Incas, para obtener frentes altas y lisas, tan características de los rostros mayas de los bajorelieves. Los mayas que ignoraron el oro, tenían el culto del jade. A sus ojos era la materia más preciosa; sin embargo, el jade maya es un silicato de aluminio de sodio, no de calcio como el chino. Mas que jade es jadeíta. Acostumbraban mutilarse la lengua, las orejas, las partes genitales y los dedos para extraer la sangre y ofrecérsela a sus dioses. Las ciudades mayas no parecen seguir ningún plan, ninguna regla o sea que no se intentaba agrupar lo mejor posible a los habitantes para ofrecerles una vida más fácil, por lo que el centro de las mismas parecía haber estado siempre deshabitado, sólo con templos y explanadas. Solían vivir tan cerca del centro de las ciudades, como más alta fuera su función o posición social. En sus construcciones usaron la falsa bóveda: muestra de su maravillosa ingeniosidad frente a los problemas de la gravedad, lo cual es realmente sorprendente, puesto que antes de ellos no existía en América ningún tipo de bóveda. O sea, conocían el mortero y el cemento. A diferencia de las pirámides egipcias, que eran monumentales y regias sepulturas, las pirámides mayas servían ante todo, de soporte a templos que llegaban a alcanzar entre 50 y 70 metros de altura. Jugaban tratando de pasar una pelota de caucho crudo por un anillo o círculo de piedra, sujeto verticalmente en un muro, a una altura variable, que a veces rebasaba los tres metros, teniendo que lanzarla con la parte superior de las caderas, pues era prohibido para los jugadores usar pies y manos. Para contar usaban dos signos: el punto, que representaba una unidad y una línea que representaba cinco unidades, habiendo inventado el cero, que constituye uno de los grandes descubrimientos del hombre y que ni los griegos ni los romanos conocía. Sin cero, no existe sistema de posición posible. O sea, pues, que en el plano de las matemáticas, los mayas llevaban ventaja al conjunto de la Humanidad, puesto que existen pruebas de que lo usaban ya en el siglo II de nuestra era. Empleaban el sistema vigesimal y se supone que erigían una estela cada 20 años. El tiempo fue su mayor preocupación, al extremo de la obsesión. Ningún otro pueblo del mundo ha sido tan tributario del tiempo, como los mayas, constituyendo la piedra angular de su cultura. Inventaron las matemáticas y la escritura para contar y marcar el tiempo y la perfección de sus observaciones astronómicas nació de aquella pasión. A pesar de que usaron la multiplicación, la suma y la resta, no emplearon sin embargo, la división. No obstante que no poseían ningún animal de tiro, construyeron caminos (saxcab), los que eran rectos y cimentados y se elevaban a veces dos metros sobre el suelo, teniendo una anchura de 4.50 metros y algunas calzadas alcanzaban los 100 kilómetros de longitud, uniendo las ciudades. Los mayas conocieron también el principio de la rueda, antes de la llegada de los españoles y fueron los únicos en la historia que desarrollaron una gran civilización, partiendo de una población de agricultores seminómadas. El primer hijo recibía el nombre de Kin=sol; la primera hija el de Nakín= casa del sol; el segundo hijo el de Kayún=Dios cantante; la segunda hija, Nayakún; el tercer hijo, Chankín=sol pequeño y la tercera hija Nachankín. Su calendario de sorprendente exactitud estaba formado por 18 meses de 20 días cada uno: Imix, Ik, Akbal, Kan, Chichan, Chimi, Manik, Lamat, Muluc, Oc, Chuen, Eb, Ben, Ix, Men, Cib, Caban, Eznab, Canac y Ahau. Tenían además un mes complementario de 5 días, para completar los 365. Cada mes tenía también un nombre particular y contaban los días a partir del "O", o sea como nosotros contamos las horas. Durante la Edad Media de Europa, los mayas practicaban una astronomía tan precisa, que su antiguo calendario era tan perfecto como el nuestro y quizás hasta más exacto; trazaban el curso de los cuerpos celestes y ante el asombro de los fieles, los sacerdotes predecían los eclipses del sol y de la luna. Calculaban con un error de sólo 14 segundos por año, la ruta de Venus, el planeta falaz que es por turnos estrella de la mañana y del atardecer. Los mayas originaron su propio sistema de escritura, el más complicado que jamás se haya ideado en el Hemisferio Occidental. Hasta hace poco la maravilla de estos logros sólo brilló tenuemente. Inclusive la época de oro maya permaneció oscura. Las fechas inscritas en su complejo calendario se borraron y desaparecieron...7 Imix, 14 Zec... 8 Ahau 13 Pop, desapareciendo también los nombres de algunos grandes personajes: el de Pájaro Jaguar, que gobernó en Yaxchilán y el de Pacal o Gran Jaguar, cuya pirámide de 135 pies de altura rivaliza con las de los faraones en Egipto. En el siglo X de nuestra Era, es decir, varios cientos de años antes de la llegada de los españoles a América y sin ninguna razón aparente, los mayas dejaron bruscamente en manos de la selva invasora, todas sus grandes ciudades de piedra: ¿epidemia de fiebre amarilla? ¿Terremoto? ¿Cambio climático? ¿Fracaso agrícola? ¿Invasión de bárbaros extranjeros? Todas las ciudades de El Petén nacieron casi en la misma época y todas fueron abandonadas alrededor del siglo X de la Era Cristiana. Tikal murió repentinamente, terminando con él un sistema cultural que había perdurado por 1000 años. ¿Qué había pasado? Puede ser que invasiones militares en valles lejanos hubieran interrumpido importantes rutas comerciales. El incremento de población probablemente afectó la delicadamente balanceada base agrícola. Una burocracia rígida y usurpaciones políticas, son otras posiblidades. Tikal, ciudad que rivalizó con Roma, Alejandría y los grandes centros de China, desapareció, dejándonos sólo las ruinas de su esplendoroso pasado. ¿Qué es lo que ha quedado de todo ello? ¿Bastante o poco? Es muy difícil saberlo... El tiempo se ha encargado de ir ocultando los restos de los edificios de piedra y objetos que aún hoy en día constituyen valiosos testigos de lo avanzado de esa extinta civilización. □

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