05/05/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

Desde dunas hasta templos

01/11/1987
El internacionalmente conocido fotógrafo y autor austriaco Walter Weiss estuvo recientemente viajando por todo Taiwan por cinco semanas recolectando material para un nuevo libro. El ha dado amablemente a China Libre Magazine varias fotografías de su próxima obra junto con reflexiones ,de su vida como un observador trotamundo de paisajes y humanidad a través del lente de la cámara. Fue un comienzo aventuroso con un mínimo de recursos financieros. Pocos estudiantes de 21 años que se aventuran hacia el mundo entero por primera vez tienen fondos suficientes para cubrir ambos: los gastos diarios y los costosos equipos fotográficos. Y como muchosjó­ venes en mi época que estaban ansiosos de probar algo nuevo y diferente, la escasez de fondos sólo alentó planes más extravagantes: Me decidí por Africa, el Sahara, y el viaje duró seis meses. Mi expedición al Africa se inició en 1966 con una amiga, el legendario VW tan querido en los corazones de muchos estudiantes, un montón de comida enlatada y solamente 20 rollos de película para uno de esos viejos modelos de cámara Yashica. En esos días no tan distantes, las cámaras japonesas aun eran baratas y más baja calidad que las de ahora, pero fue una buena elección a pesar de todo. Para ser sincero, mi entusiasmo y deseo por la aventura sobrepasó de gran manera mi dinero y experiencia. Pero aun cuando mis ojos no estaban fotográficamente entrenados, me dijeron antes de partir que tanto los diarios como semanarios en mi localidad estarían muy interesados en fotos de las majestuosas dunas del Sahara si de hecho retornase sano y salvo y con fotografías bastante buenas. A mediados de los sesenta no eran los mejores años para andar deambulanda por el norte de Africa con una cámara fotográfica. En aquellos tiempos, los árabes y berberechos aun tiraban piedras contra los intrusos que tratasen de apuntar con equipos de fotografía. El Corán prohibe las representaciones del cuerpo humano, especialmente de la cara humana. Como resultado, mis primeras tomas de genuinos y no adulterados mercados semanales se materializaron de pura suerte: fueron tomadas desde lejos, sin que la "víctima" se diese cuenta de estar siendo fotografiado. Este no era sin embargo el método más exitoso, debido a que las fotos generalmente eran borrosas y muy raramente tomadas de frente. Debido a los ángulos oblicuos, las fotos muy raramente tenían composición o expresión especial alguna. Tenía menos problemas con el desierto. Muerto como aparenta ser en un principio, se torna vivo con fantásticos colores durante los mágicos momentos cuando la puesta del sol crea contraste de claro-oscuro entre las apiñadas dunas de arena. Encontré amplia oportunidad para capturar formas complejas y sombras de luces al pastel que produjeron imágenes estéticamente poderosas. Mientras me movía al sur hacia Ni­geria, luché por capturar fotos de las atractivas caras oscuras y ágiles cuerpos vestidos en brillantes colores, así como la perpendicular luz del sol que casi no produce sombra. Mi botín fotográfico era abominable, logrando apenas juntar 150 miserables fotos para una disertación en Austria documentando mi expedición. Pero no hay nada tan difícil como el comienzo. Desde entonces, las compañías editoras alemanas han publicado 32 de mis libros, incluyendo más de 20 documentales fotográficos, y muchas traducciones han aparecido por todas partes en el Continente y en Norteamérica. ¿Qué ha cambiado realmente desde aquellas luchas en el desierto? Para mi segunda expedición africana, en esta ocasión a las montañas Tibesti Massif en la parte norte del Chad, estaba equipado con una cámara 6 x 6. Era vieja, una Rolleiflex clásica con dos visores y filmes costosos con sólo 12 exposiciones por rollo. Este limitado número hace que el fotógrafo piense dos veces antes de tomar una foto, más aun si es aún un estudiante y relativamente pobre. Cada toma es cuidadosamente revisada, y se aprieta el disparador sólo cuando el fotógrafo espera o cree -ya que no puede estar seguro- que vale la pena hacerlo. Después de ese viaje me dediqué a producir libros que eran en realidad documentales fotográficos. Cada año me aventuro a un nuevo país para documentarlo en escritos y fotografías. Esto era terreno nuevo para mí. Ya no limitado a fotografiar paisajes y personas, añadí aspectos de la industria, agricultura, ganadería, educación, historia, cultura y política. Yo registro lo viejo y lo nuevo en forma tal que traduzco los pensamientos e imágenes en un punto de vista específico y muy personal. Esas fotos no eran como las tarjetas postales, sino fotografías que registran la esencia mediante el acoplamiento de informaciones con la estética en una armonía de forma y contenido. Aun así, los puntos de vista del fotógrafo tienen que apoyar la información, haciéndola genuinamente valiosa como medio de comunicación. Me siento feliz al decir que los libros fueron bien recibidos, y esto me alentó a seguir adelante con proyectos similares. En los años que siguieron yo recorrí el globo: arte América, Sudamérica, Australia y Africa, además de breves estadías en Arabia Saudita, Sri Lanka, y finalmente, Japón. Japón fue el país más difícil para mí, muy a pesar de mi experiencia de sobrevivir en ambientes radicalmente diferentes. Había poco sol y mucha lluvia; era difícil comunicarme, y me sentía en una cultura ajena que tiene diferentes formas de pensar, una religión extraña y muy diferentes hábitos y costumbres. A pesar de muchos malentendidos, incluyendo algunos pocos desagradables, mi libro acerca del Japón resultó ser uno de los más hermosos. Pero estaba ahora expuesto al Este Asiático, y atraído hacia él. Esto condujo al clímax de mi trabajo hasta ahora -la República de China. Ahora he llegado a una nación que ha estado preservando la más antigua cultura de la humanidad, y ha estado combinandola con las influencias euro-americanas para mi ya familiares del tiempo que estuve en Japón. Mis viajes en Taiwan probaron ser el momento culminante de mi trabajo y desarrollo fotográfico hasta ahora. En esta ocasión viajé con cuatro cámaras, tres Rolleiflex y una Minolta 7000, y prácticamente miles de rollos de filmes. La Sra. Eva Schreiber, mi asistente, usó la Minolta y la cámara más rápida complementó todas aquellas escenas que no pude tomar con mi torpe y conspicua cámara de gran tamaño, que era más lenta en armarse. Mis enormes cámaras frecuentemente hacen que las personas se sientan como atemorizadas. Esto no causa sorpresa, porque creo que cuando alguien armado con un enorme aparato que tiene un lente zoom que se asemeja a un arma se coloca frente a los sujetos y les pide que se comporten tan naturalmente como sea posible, realmente resulta una tarea nada fácíl. El gran formato ofrece todas las ventaja para capturar los variados paisajes de Taiwan con sus magníficas líneas costeras, nudos montañosos, desfiladeros, planicies y campos de arroz. Y encuentro que las desinteresas sonrisas de su pueblo amistoso convierten en un deleite el tomar falos de las ciudades, aldeas, coloridos mercados y gran variedad de templos e iglesias en la isla. Mientras Eva se movía en medio de las masas de la variedad humana alrededor de nosotros, yo trataba de capturar el espíritu y atmósfera de la nación con mis cámaras. El resultado de este viaje de cinco semanas hizo que mi editor dijera una observación inesperada pero placentera: "Nunca antes habías tomado tan buenas fotos". Algún día, sin embargo, tendré que admitir que Eva ha tomado las mejores fotografías. □

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