02/05/2024

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Taiwán Hoy

Visiones de nuestra niñez

01/01/1987
Foto: Cortesía de la Asociación para la Educación por el arte Las sandalias de mi casa, por la niña de 11 años Tai Tzu-chun de la Rep. de China
Para cualquier niño, no hay experiencia más desagradable que tener que ir al médico. La primera anticipación de desagrado para el niño es con mucha frecuencia aquel temor de recibir una inyección. Poco le preocupa al niño en esos momentos su enfermedad.

Tales sentimientos de la niñez son claramente universales. Un ejemplo que viene al caso lo constituyó la Decimoséptima Exhibición Mundial de Arte Infantil, 1986. Un grupo de niños provenientes de diferentes trasfondos culturales en todo el mundo ilustraron en forma vívida tales reacciones infantiles en obras de arte muy singulares:

Vestido de la tradicional camisa blanca, con unos lentes de marcos azules y un estetoscopio listo en sus oidos, un doctor examina a su paciente de apenas ocho años de edad, Huang Han-shih. La mano izquierda del doctor se extiende para ser colocada en la frente del pequeño paciente y tomarle la temperatura, mientras que su mano derecha manipula la punta del estetoscopio. En la pequeña ilustración, una caricatura más bien de cabeza alargada del joven Huang se balancea nerviosamente con un termómetro en su boca, mientras que la obviamente amante madre está cerca, acariciando gentilmente su cabeza.

Pero obviamente, hay algo más terrible a venir. En una cama cerca del doctor, dibuja Huang, otro niño se encuentra también atendido por su madre. Pero las cuatro extremidades del joven están extendidas y sus ojos tienen una mirada temerosa. La causa de toda esta emoción es una joven enfermera seria que mantiene la mano derecha en alto, lista para lanzar una inyección con una enorme hipodérmica. La historia dibujada por pequeño Huang tiene una imploración gráfica, en la que espera que el doctor sea benevolente con él, dispensándolo de tan infernal experiencia.

Un niño japonés de nueve años, Matsuyama Ryu, muestra un encuentro más dramático aún con la temida aguja hipodérmica. Su obra ganadora del premio de bronce está enmarcada en unas pocas líneas vívidas que enfocan toda la atención en el doctor y el paciente.

El ávido doctor se encuentra inyectando el miserable brazo del paciente con una enorme y gruesa aguja hipodérmica. Apretando su puño, el niño parece poder apenas aguantar el dolor, pero aún así resiste valientemente la aguja.

El nino está tan atento a la inyección que los cuatro espectadores en el fondo del cuadro aparecen como caras borrosas-casi fuera de este mundo.

Con más de 700 obras de arte provenientes de 56 naciones y áreas del mundo, la exhibición 1976 en el Museo Nacional de Historia de Taipei, no sólo sirvió para darle a los niños de la República de China una experiencia con la comunidad artística infantil del mundo, sino que abrió los ojos y mentes de los adultos que asistieron al evento, haciédoles recordar olvidadas memorias de la "realidad" de su niñz.

Refrescantemente cándido, el arte infantil cubre en forma desarmada los pensamientos más sinceros de sus creadores. Algunas veces una obra hace sonreir; otras veces el esfuerzo es tan ingenuo pero serio, que impulsa al observador a una inesperada meditación.

Foto: Cortesía de la Asociación para la Educación por el arte

Mi amigo, por la niña Corañie Tredrea, 11 años, Sudáfrica.

Una de las características más sobresalientes del arte infantil es que "ellos dibujan lo que ellos experimentan". "Mi aldea", "nuestra villa", "una escena cerca de mi casa", y otros temas similares son temas artísticos favoritos entre los niñs. A través de un descripción ingenua, se cubren en forma teatral las costrumbres folclóricas, escenas y edificios impresionantes, las costumbres de sus países nativos, etc.

Una niña de nueve años de la India (no identificada), describe el momento más alegre del día en su villa natal. Sobre una verde pradera, crecen árboles y flores, y los aldeaños al haber terminado con sus faenas diarias, se han reunido obviamente para gozar de una divertida tarde. Algunos tocan flautas tradicionales, y la música es definitivamente sensible, mezclándose con una suave brisa del atardecer. Detrás de una línea de personas en atuendos tradicionales agarrados de las manos, vemos un trasfondo compuesto por flores, árboles, casas, corderos, nubes y un cielo ciudadosamente arreglado. Los matices amistosos han hecho regresar a más de un observador para admirar "una vez más" el cuadro.

Una niña de 12 años de Brunei, Lily Foo, obtuvo una medalla de bronce por describir a su villa, con casas en colores azul, verde, naranja, púrpura, rojo y amarillo brillantes, todas colocadas sobre postes por encima de aguas oscuras. Las escaleras conectan las entradas de cada casa con los botes, medio de transporte necesario en la villa en medio de las aguas. Sin embargo, en este panorama pintoresco resaltan las antenas de TV, que denotan la presencia de las comodidades de la vida moderna allí.

La niña Li Chia-ling de la República de China, 9, dibujó detalladamente una vista al pájaro de su ciudad natal, con cuadras ordenadas marcadas con cruces de caminos y una nutrida actividad comunitaria.

Nada Arafa de Jordania nos muestra una tolda de beduino, así como aspectos de la vida de los beduinos. José Dino Silva Aguilar de Portugal llama la atención de los concurrentes con sus amorosos tulipanes; mientras que Djanka Togbedji de Togo dibuja una sencilla vida de campo que incluye un hermoso paisaje. Y así van ellos, en su infantil "mundo de hogares".

Los niños expresan sus afectos por sus amigos, personas mayores, personajes heroícos, animales caseros y juguetes preferidos, convirtiéndolos en arte.

Una niña japonesa, Matsuda Ko, presentó a un compañero de clases; un niño japonés, Hiroda Zenko, y una niña sudafricana, Coralie Tredrea, dibujaron a sus amigos; además el abuelo del norteamericano Ricky Michael Matthew y el General Custer del inglés Nigel Pilling sobresalen entre muchos otros más.

Desde Bangladesh, Mosaddequr Rahman se dibuja a sí mismo alimentando a su loro; mientras que la niña sudafricana Nataschka Wallsch Leger se dibuja jugando con cinco lindos gatitos en una cesta.

Albertico Girigorio De Lannoy de Holanda, 11, está orgulloso de su carro de juguete, dibujado maravillosamente en combinación armoniosa de rojo, amarillo, marrón y verde. Enormes bocinas han sido colocadas en ambos extremos del vehículo.

Los animales en general y los juegos y lugares de diversión de los niños son otros temas favoritos. Los animales son frecuentemente humanizados, reflejando las abundantes imaginaciones de los niños. Y casi todos los niños del mundo crecen jugando numerosos juegos interesantes.

Foto: Cortesía de la Asociación para la Educación por el arte

La 17ava Exhibición de arte Infantil (1986) se convirtió en lugar favorito en Taipei para ir con la familia.

Un niño de 6 años en la República de China, Li An-tze, dibuja una bandada de gallos que parecieran más bien un grupo de enormes abejas. Otro niño de 6 años de la República de China, Tu Hung­-wen dibuja una familia de avestruces que es un típico arte de humanización infantil. Papá avestruz y mamá avestruz viven con dos niños avestruces en un casa, con puertas y ventanas.

Las presentaciones de circo traen regocijo a muchas personas, pero más que todo a los niños. Saltos increíbles, trucos con animales y los amorosos payasos impresionan profundamente a los niños y reaparecen en sus pinturas.

Un niño australiano de 8 años, Justin Jones, muestra el redondel de un circo, con un auditorio entusiasmado en la presentación: un domador con un gran elefante y un personaje montado sobre el animal.

Un muchacho de la República de China de 10 años, Li Tung-yang, describe en su obra a unos leones saltanto sobre aros de fuego. Las llamas y los expresivos leones, que con sus dientes agudos, rojas lenguas y profusas melenas saltan vigorosamente, hacen una composición sensacional de un acto del circo.

La lectura de libros de cuentos y los filmes de ciencia ficción en el cine y la televisión no hacen sino aumentar la imaginación de los niños. Bradley Davis, de 8 años y nativo de Papua Nueva Guinea, ofrece dos figuras parecidas al E.T., cuyos cuerpos se combinan como si fuesen siameses.

Kawahara Yuichiro de 9 años, japonés, dibuja una expedición futurista. Ho Lick Hang de Hong Kong, 12, pinta una base del transbordador espacial, mientras que el espacio sideral mismo fascinan al salvadoreño Erick Stanley Barahona Salinas, de 11 años y al chino Wu Jung-hua, de 12.

Espontáneamente asociamos a estos dos últimos artistas con los dibujos animados de la TV o las películas de ciencia ficción. Sus descripciones detalladas de los elaborados diseños de las máquinas pueden fácilmente asombrar a los mismos científicos espaciales.

El arte infantil ofrece una vía de acceso muy privilegiado a diferentes naciones y culturas.

Los niños de la República de China por ejemplo, favorecen particularmente a las descripciones de templos, dioses y ferias en los templos, señalando el papel extensivo que han hecho las religiones budista y taoísta en las vidas familiares.

Sus obras muestran una actitud conmovedora: Sus estatuas de los dioses son solemnes, y notablemente grandes comparadas con sus creyentes; los templos son complejos, con finos detalles de sus esculturas y otras decoraciones.

El público puede apreciar obviamente en la exhibición los ricos vestidos y alegres fiestas de matrimonio dibujados por Sameer J. Muhsin de Bahrein. Hu Chih-chiang de Malasia presentó en sus cuadros las danzas nativas de dicho país. Dean Masher de Swazilandia revela la historia bíblica de José y el faraón. El tradicional vestido de novia presentado por Aisha Al-Treki de Libia está rebozante de color y frescura.

Chen Hui-tung de la República de China, 10 años, muestra la atmósfera alegre de la víspera del Año nuevo lunar chino. Pegar las "coplas de primavera" en el portal de la casa es una actividad que involucra a toda la familia, incluyendo a los niños. La anticipada alegría de los niños se refleja en dicha obra.

Los mayores eventos, cambios del medio ambiente y las perspectivas de la paz mundial son también cosas que preocupan a los niños, como queda confirmado en sus obras de arte.

La dramática y no sangrienta revolución de Filipinas conmovió al mundo y a los niños. Alejandro S. Correon Jr., de 14 años, nos presenta a personas comunes mano en mano con una monja, alineadas para detener los tanques del ejército. Jameth A. Enorme, de 10 años, muestra una grupo de personas con un cartelón con el nombre: Corazón Aquino.

Un niño colombiano, Oscar Suarez Acero, de 12 años, dibuja una escena de erupción volcánica, con magma destruyendo casas y árboles, ambulancias y helicópteros rescatando a los sobrevivientes, y centros de ayuda médica establecidos para socorrer a los aldeaños.

Kouadio Fraucoiyao de Costa de Márfil, de 15 años, nos da un mensaje claro de paz al dibujar un mundo, donde un blanco y un negro se dan las manos.

Se inscribieron más de 1.000 obras en la exhibición de este año, la mitad de ellas hechas por niños de la nación anfitriona. La exhibición en sí tuvo que ser limitada a 700 piezas por razones de espacio.

Desde que se llevó a cabo por primera vez en 1966, la Exhibición Mundial de Arte infantil ha sido conducida regularmente en la República de China, en un total de 17 ocasiones.

Además de la exhibición en la República de China, la organización patrocinadora, la Asociación china para la Educación por medio del arte, también ha arreglado giras en otras naciones. Después de todo, como ocurre con el "lenguaje de la música", no hay límites nacionales para el arte infantil. □

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