04/05/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

Pedro Dai

01/11/1986
Un artista chino "descubre España" Diez años atrás, cuando Pedro Dai (戴壁吟) arribo a Espana, casi se desmaya al ver que le faltaba tanto los medios materiales como el conocimiento de la lengua española. Subsecuentemente, él se dedicó a probar el viejo adagio que dice que el arte verdadero es un lenguaje universal. Ahora, reconocido internacionalmente como un sobresaliente artista moderno, él tiene que dar crédito a las numerosas exhibiciones solo en las mayores ciudades de España, y las importantes exhibiciones en otras naciones europeas. Su reciente exhibición en Taipei -la primera en diez años- marcó una especial vuelta a casa este año después de viajes maratónicos. Dai es conocido por su adaptaciones de materiales comunes al uso artístico, tales como tela, madera, corteza de árbol, cañamo, sogas, clavos e inclusive cordones de zapato. Frecuentemente, sus pinturas asociadas son composiciones de línea y patrones simples, distinguidas por sus brillantes colores e intensa expresión del vocabulario del arte moderno. Pero el espíritu de las tradicionales pinturas chinas de agua y tinta es discernible en sus obras, y también notablemente, las diversas texturas de sus papeles hachos en casa que añaden un tacto único y otros efectos. Tal vez los niños entienden más completamente mis obras que los adultos, indica Dai. "Los niños ven las cosas con sus corazones -sienten en vez de pensar. La visión adulta está ligada a cada sentido específico, prejuicio y aspecto educativo. De hecho, ese es un mayor problema para el hombre moderno: Pensamos demasiado y sentimos muy poco y, constantemente enpuñamos nuestras mentes, tenemos tendencia a ser agresivos. Y hace que el mundo sea un horror." El espíritu del arte de Dai desafía la estricta clasificación de ya sea "tradicional" o "moderno"; en vez, "Todas las obras contemporáneas son modernas", sostiene, "no importa qué formen. Y las obras modernas no salen de la nada. Ellas deben haber asimilado nutrientes de suelos tradicionales". Cuando aún era estudiante en la Academia Nacional de Artes de Taiwán, su mentor en bellas artes, Yang San­-lang, lo guió tanto en el curso de su arte así como en su vida diaria. Como Dai era bastante pobre, Yang le ofreció alojamiento en su propia casa, exigiéndole a cambio solamente que Dai le ordenara los manuscritos apiñados que el difunto padre de Yang le había dejado. El anciano Yang, que había fallecido poco antes de mudarse Dai a la familia, era un exitoso poeta y horticultor. Hojeando sus papeles, Dai quedó muy atraído por la costumbre del viejo de personificarlo todo en el universo en un constante esfuerzo por buscar la armonía con la naturaleza. En los años subsecuente, Dai buscaba su propia motivación artística básica en un deseo apasionado por comunicarse con la naturaleza: "Cuando me dispongo a trabajar, mi preocupación va directamente al viento o los árboles -ellos son los senderos para mi comunicación. La naturaleza, claro está, es un concepto, no un objeto." Cuando ya estaban por acabar los días escolares de Dai, Yang San-lang le dijo finalmente: "Ya no puedo enseñarte otras técnicas de pintura más, pero tal vez podré mostrarte algunas formas renumeradoras para conducirte por tí mismo". En ese tiempo, el joven Dai no comprendió completamente las intenciones de su maestro, aunque el espíritu era claro y edificante. Sus puntos de vista sobre el arte gradualmente llegó a la madurez a medida que luchaba, sólo en sus primeros años, en una tierra ajena. Inmediatamente después de su graduación, Dai se convirtió en un instructor, y aun presionando con su propia pintura, él se hallaba a sí insatisfecho y agra­ vado. El sabía que él pintaba bien, pero no identificaba un estilo personal, único, ni logro completo alguno. A este paso, concluyó, nunca se llegará a ser un artista sobresaliente. El decidió salir al exterior, a experimentar el mundo, especialmente el país de Picasso, Miró y Dalí. En 1976, a la edad de 28 años, él deja la vida académica y comienza a deambular. El destino originalmente seleccionado era Madrid. Pero a poco de haber arribado se dió cuenta que sus estudios allí, como uno más del grupo de estudiantes chinos de arte, sería destructivo para su propósito principal, que era experimentar profundamente una cultura netamente diferente que había nutrido el gran arte. Así, él comenzó a deambular con muy limitado capital, aun más limitado conocimiento del español, y con una profunda ignorancia de la vida en la España moderna. El único libro en español que había leído era una traducción al chino de Don Quijote. El lo tomó como una guía, se compró un mapa, y siguió "El camino de Don Quijote". Y en un año, él viajó profundamente por España, visitando numerosas pequeñas aldeas en áreas remotas. Las frustaciones y dificultades que él encontró, sus tiempos de excitaciones y agonía personal, fueron expresados en su arte. Sus cuadros son, de hecho, sus diarios. El quedó emocionado con Llera, un pequeño poblado en el Noreste de España y decidió radicarse allí, en la Emparda, una región que abarca ambos el Mediterráneo y los Pireneos. Por siglos fue un cruce de las civilizaciones del Mediterráneo, y retiene huellas indelebles de los fenicios, los cartagineses, griegos, romanos y árabes. Aunque remota, Llera no está culturalmente aislada, sino que es sitio de frecuentes eventos artísticos y una colonia internacional de artistas. Dai se fue a vivir en una choza abandonada en una colina en los suburbios, tomando cajas de madera desechadas para que sirvieran de muebles y equipos para su estudio. El estaba tan obviamente pobre que una anciana que vivía por los alrededores lo visitaba periódicamente con regalos de comida para asegurarse de que no pasara hambre. El primero probó sus manos en pequeñas pinturas al óleo, e impresiones de grabados. Algunas veces él hacía pinturas chinas con acuarelas sobre papel chino Suan, que era difícil de encontrar. En su tiempo, el arte de Dai atrajo la atención, y él comenzó a prosperar. Estado cada vez más intrigado con las posibilidades de las superficies especiales para su arte, Dai finalmente volvió a Taiwán para aprender, de uno de los pocos viejos maestros que quedaban, las técnicas de producción de los papeles tradicionales hechos a mano. Y con este nuevo conocimiento, él estableció talleres en ambas, la República de China y España, y se sumió a la experimentación artística. El trató con numerosas combinaciones de fibras, tales como la corteza de árboles, trozos de madera, hierbas, bambú, lino, etc., remojándolas en agua, mezclándolas en cantidades variantes, colocándolas en sedazos, secándolas y presionándolas para producir papeles de inmensa diversidad. El arte de Dai y sus papeles recibieron atención especial en los círculos artísticos europeos. Artistas importantes buscaron directamente sus papeles únicos por ser antiguo, primitivo y con otras cualidades que podrían proveer para proyectos artísticos específicos. En 1977, las pinturas de Pedro Dai fueron seleccionadas para una exhibición internacional por el premio Miró. Desde entonces, sus obras han sido codiciadas por las mayores exhibiciones y galerías de arte europeas. En los años recientes, Dai ha retornado frecuentemente a la República de China en visitas para recolectar materiales y para hacer investigaciones acerca del arte. En esos viajes, él quedó molesto por la tendencia percibida entre los artistas jóvenes locales que él pudo conocer, de poner sus ojos en fachadas fantásticas de éxito, mientras se rechazan los duros procesos y pasos básicos para obtenerlo. El expresó cierta vez este disgusto significativamente en una pintura simbólica con una flor extraordinariamente grande floreciendo en su tope... y nada debajo de ella para sostenerla. Pero recientemente, él ha distinguido un cambio seminal. Jóvenes artistas, nos dice, ahora le preguntan acerca de cómo expresarse en la pintura, en vez de cómo obtener el "triunfo". Su repuesta invariable es: "Nuestros artistas modernos han hecho muy pocos estudios en la pintura china tradicional. Yo sugiero que tratemos de entender mejor nuestra propia cultura y tradición en la pintura para tener una base pará mejor expresión". Desde una base de creciente competencia en sus propias tradiciones de antaño, los artistas chinos modernos en­ contrarán un enriquecimiento autosatisfactorio en sus contactos con otras culturas, nos asegura él. □

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