04/05/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

DOS LIBROS SOBRE LA MUJER EN CHINA CONTINENTAL

01/07/1986
Muros de jade, muros de piedra: Las mujeres de hoy en China. Por Stacey Peck. Franklin Watts, 1985 (321 pp)

A la borrasca: la odisea de una mujer revolucionaria china. Por Yue Daiyun y Carolyn Wakeman. Imprenta de la Universidad de California, 1985 (405 pp)

Las mujeres modernas suelen sentir especial atracción por el liderazgo, tanto para los hombres, como para las demás mujeres. Son especialmente inteligentes en este tiempo y en esta época, debido a la así llamada liberación femenina, que se supone ofrece "iguales derechos" a todos, no importando el sexo ni el género.

Una clara tendencia en los Estados Unidos durante los últimos 20 años, ha sido publicar cada vez más libros y revistas dedicadas exclusivamente a las mujeres.

Irónicamente, las mujeres conocidas generalmente como "feministas" son las que más suelen comportarse como hombres: discutiendo, peleando, viviendo y trabajando tan agresivamente como sus colegas masculinos. Incluso en los deportes físicos, como el fútbol y la lucha, numerosas muchachas de las escuelas norteamericanas han ganado el derecho legal para competir con los muchachos. Nacionalmente, las mujeres norteamericanas se encuentran prestando servicio militar con los hombres en las fuerzas armadas, estaciones de policías o de bomberos y en obras de construcción, oficios que previamente constituyeron ocupaciones exclusivamente masculinas.

En el contexto cultural y social, no solamente resulta natural que los editores norteamericanos enfocaran también su atención a las mujeres en el continente chino. Dos de los títulos más recientes y explicitos en este género son: Muros de jade, muros de piedra: Las mujeres de hoy en China, por Stacey Peck y A la borrasca: la odisea de una mujer revolucionaria china, por Yue Daiyun y Carolyn Wakeman. Si realmente existe o no un "valor compensatorio" en esos libros para los lectores en perspectiva, constituye actualmente una consideración secundaria de publicación para las perspectivas de mercados lucrativos.

No quiero decir con esto que estos dos libros no tengan nada que ofrecerles a los lectores; sin embargo, en la recolección de entrevistas de Peck con numerosas mujeres de casi todas condiciones de vida, por ejemplo, uno podría obtener definitivamente la impresión general de que (como la autora lo dice más bien autoconcientemente) las mujeres que entrevistó "hicieron muy pocos comentarios negativos acerca de la vida bajo el actual régimen" (de Teng Hsiao-ping), así como "que no expresaron muchas convicciones personales, por temor a las represalias".

Desde luego es verdad que los periodistas norteamericanos creen generalmente en los informes objetivos y Peck, quien solía escribir una columna semanal de entrevistas para la edición dominical de Los Angeles Times y que produjo también un show de debate semanal para la televisión pública, es en verdad una periodista profesional.

Pasó dos meses en el continente chino y con la ayuda de un intérprete, entrevistó allí a mujeres de once ciudades y aldeas, para formar la base general de su libro. Dentro de las entrevistadas se encontraban dos "mujeres de alta posición": la vicepresidenta de la "Federación Femenina para toda China" y una "ministra de recursos acuáticos y energía eléctrica", tres atletas (incluyendo la tenista Hu Na, quien actualmente se encuentra en los Estados Unidos), seis mujeres científicas, cinco mujeres educadoras y estudiantes, cuatro escritoras, cuatro artistas visuales, cuatro trabajadoras en atención médica, ocho mujeres de negocios (incluyendo a tres "nuevas capitalistas" y cuatro "expatriadas" extranjeras, quienes "se enamoraron de la ideología comunista china" y sirvieron a los comunistas como "expertas extranjeras".

La diferencia principal en el tratamiento entre el libro de Peck y el de Yue Daiyun consiste en que en el primero, a cada mujer se le dieron solamente unas cuantas páginas para contar su vida bajo el gobierno comunista, mientras que el segundo, ofrece una autobiografía completa con detalles especiales acerca de las experiencias y observaciones personales de Yue, durante "la Campaña Anti-comunista", "el Gran Salto hacia adelante" y "la Gran Revolución Cultural" comunistas.

En su calidad de profesora asociada de literatura china en la Universidad de Pekín, Yue estuvo estudiando en los Estados Unidos, en la Universidad de Harvard y en la de California en Berkeley.

Al ser considerada como un miembro modelo del Partido Comunista durante los años 50, Yue fue denunciada como traidora durante la "Campaña Anti-derechista", o como ella la llama, "uno de los cinco tipos de contrarevolucionarios", debido a que trató de iniciar una revista literaria y de promover el individualismo.

Casada con el hijo de un ex-rector de la Universidad de Pekín, es una mujer tan cándida -como ella sola- al describir el tratamiento opresivo de los demás bajo el régimen comunista:

Por ejemplo, en un esfuerzo por hacer que el contador admitiera que había robado los salarios de los campesinos, los tres hombres de Pekín lo interrogaron incesantemente, sin dejarlo dormir. Finalmente se sintió tan exhausto que no solo dijo que podían preguntarle todo lo que quisieran, sino que también admitió todo tipo de cosas malas. aunque no pudo comprobarse ninguno de sus delitos.

En cuanto a ella, su deducción de criterio más cercana al Partido Comunista en general es una nota que atribuyó a un colega, el profesor Lao Wei, quien fue enviado con ella a efectuar trabajos forzados en el campo. Sus palabras me presentaron otra forma totalmente nueva de pensar. Yue escribió:

"Ahora somos enemigos del Partido -me aconsejó- aunque por años nos hemos dedicado a la revolución. Actualmente debemos admitir que somos culpables y reconocer que somos en verdad unos criminales; solamente en esta forma podemos reasumir nuestras vidas normales y al mismo tiempo, ayudar al Partido a confirmar lo correcto de su política. No puede existir un standar absoluto para la verdad y la falsedad, porque lo que es verdadero depende siempre de la necesidad y de las circunstancias".

Si hacemos una comparación directa, no hay duda que la autobiografía de Yue (presentada en inglés por Carolyn Wakeman, profesora norteamericana del Instituto de Idiomas Extranjeros en Pekín) ha revelado mucho más acerca de las persecuciones de los comunistas tanto a personas "inocentes", como a intelectuales chinos "no tan inocentes", durante los últimos 37 años, que las pretensiones de un retrato colectivo de las mujeres chinas del libro de Peck.

Aunque existe mucha información pública acerca de las campañas políticas masivas en China Comunista (de lo que se ha informado ampliamente en todas partes), los relatos personales de Yue de los mismos eventos ofrecen invariablemente a los lectores un mayor patetismo, por ser de un miembro del Partido comunista viviendo todavía bajo el mismo sistema. Por ser un comunista en servicio, Yue solamente expresa sus dudas acerca del sistema con estas palabras, con las que concluye su libro:

"Me he sentido decepcionada acerca de las políticas del Partido y escéptica acerca de sus dirigentes... He pensado en Zhu Jaiyu, quien habló en 1956... y ahora descansa en el fondo del mar. He pensado en Lao Shi. que por haber rehusado halagar a la autoridad, fue enviado primero a la frontera de Yunnan y luego asesinado a golpes por los guardias rojos. He pensado también en Lin Zhao y en Ma Mingzhen, quienes se atrevieron a dudar acerca de la política oficial y expresaron en voz alta sus creencias; ambos cayeron asesinados bajo las balas de un verdugo. Tantas personas que por haber dicho la verdad, han tenido que pagarlo con el precio de sus vidas..."

Aparentemente, cada lector tiene que sacar sus propias conclusiones, como que si todas las mujeres del libro de Stacey Peck y la misma Yue, así como las actuales sobrevivientes del régimen comunista, estuvieran en posición de poder decirle la verdad al mundo occidental.

(Escrito por el Dr. Oscar Chiang, reportero/investigador de la revista Time. especialista en asuntos asiáticos). □

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