06/05/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

' ¿ Por qué no podemos ser como Taiwan ? '

01/09/1982
Dos corresponsales extranjeros -Fox Butterfield del New York Times y Richard Berstein de Time- han publicado este año dos libros sobre China Continental: "China: Vivir en el mar amargo (China: Alive in the Bitter sea) y "Desde el centro de la tierra (From the center of the earth), respectivamente.

Ambos han tratado de presentar lo que ellos consideran un cuadro objetivo de los comunistas chinos de hoy. Estos libros son honestos, sus autores hablan con toda la franqueza de sus descubrimientos, lo cual no pudieron hacer mientras se encontraban en el Continente, ya que la honestidad total les llevaría seguramente a la expulsión. Ellos revelan claramente lo que han hecho los comunistas al pueblo chino del Continente y descubren que el comunismo ha sido un fracaso completo y que el pueblo está desilusionado con este sistema y quiere salir del país. El pueblo quiere otro estilo de vida, uno que sea más justo y, sobre todo, uno que tenga más éxito.

Estas informaciones son valiosas, aunque no dicen nada nuevo. Los periódicos, las revistas y los libros de muchas partes han venido diciendo al mundo la triste historia del Continente por más de tres décadas.

Los norteamericanos y otros extranjeros se inclinan a ignorar lo que hemos informado o lo consideran como pura propaganda. Ahora ellos tienen la oportunidad de escuchar a Butterfield y a Berstein contándoles las mismas cosas y posiblemente les presten más atención. Si así lo hacen, tendrán más cautela sobre su creciente relación con los comunistas chinos, quienes no representan ni a China ni a su pueblo.

Vamos a analizar primero el libro de Butterfield. Esta obra es extensamente anecdótica. Cuando el Sr. Butterfield habla del pueblo, se refiere principalmente a quienes viven en las ciudades. No se entera muy bien de lo que relamente ocurre en los pueblos pequeños y no pretende mostrar que lo sabe.

El es joven y como muchos de sus compañeros periodistas, posee poco conocimiento de lo que era China antes de 1949. Por consiguiente, acepta la ficción ampliamente difundida por los comunistas sobre la China antes de 1949. La idea consiste en que los Nacionalistas eran corrompidos, el pueblo tenía hambre y los comunistas lo liberaron. Curiosamente, sin embargo, se pregunta: "Si eso es verdad, ¿Por qué los Nacionalistas lo han hecho tan bien en Taiwan después de la caída del Continente en manos de los comunistas?" Desgraciadamente, no se esfuerza realmente por lograr la respuesta.

Del libro de Butterfield sobre China, los lectores ordinarios de Occidente van a tener la impresión de que el Continente es un lugar terrible. Por ejemplo:

- La revolución cultural fue horrorosa. ¿Cómo pudieron los chinos hacer esto a los chinos aún en nombre del comunismo?

- Las relaciones personales y el soborno son los únicos métodos para conseguir cualquier cosa o tenerla hecha en el Continente.

- El dominio comunista sobre el pueblo es demasiado fuerte para deshacerlo, tanto como resultado de los controles como por el miedo del pueblo a otro levantamiento político.

- La burocracia es pesada y ineficiente. El derroche del material y de recursos humanos lleva el atraso del Continente.

- La fe en el comunismo chino ha sido destrozada.

No obstante, Butterfield escribe: "Lo que más molesta a mis amigos chinos es (a pesar de la alta densidad de población que Butterfield no menciona) el modelo de Taiwan." Taiwan sigue prosperando. Si no es un modelo de libertad y democracia, "ha celebrado calurosamente las elecciones locales y sus ciudadanos son libres para viajar al exterior como turistas o como estudiantes." Y algo importante: Los mismos comunistas han conocido la importancia de los Tres Principios del pueblo. Aún más: "Lo que los jóvenes como yo quieren saber es ¿por qué la China Continental no puede actuar tan bien como Taiwan?" le pregunta un amigo a Butterfield.

El periodista-escritor no habla mucho sobre las relaciones entre los Estados Unidos y la China Roja. Su libro trata del pueblo y de los comunistas chinos, no es un estudio de las relaciones internacionales.

Pero este libro debe servir como una advertencia a los dirigentes norteamericanos y de otras partes del mundo libre para evitar cualquier relación intratable con un régimen que es inestable, poco seguro y tan evidentemente aborrecido por su propio pueblo.

El señor Berstein -por su parte- parece ser un occidental mucho más seguro que el señor Butterfield. Ambos estudiaron aspectos relacionados con China en Harvard y ambos emplearon tiempo analizando lo chino desde la periferia de Hong Kong y dentro de la propia China continental.

Pero, con todo, el señor Berstein nunca estuvo de acuerdo, realmente, con las cuestiones chinas. Posiblemente hasta se hubiera sorprendido del desarrollo de la cultura china en Taiwan, donde ha sido aplicada la occidentalización sin que se pierda la esencia de la vida china y el estilo chino para hacer las cosas.

China continental, escribe él, "permanece como un lugar profundamente conservador. Es una sociedad atada a la autoridad impersonal, en un extremado puritanismo sexual, en una ética de disciplina y control personal. En muchos aspectos, China (continental) no es posrevolucionaria, ni siquiera es revolucionaria; es antirevolucionaria".

El señor Berstein cita a la hija de un alto funcionario comunista de provincia, como otros aldeanos que encontró, "ociosa, sucia, mentirosa. Ellos (los aldeanos) eludían los trabajos que se les asignaban; prestaban dinero y no lo devolvían; todos tenían piojos. . . Parecían contentos de gastar todo el tiempo ociosos, juntos, hombres y mujeres, ... bebiendo o dormitando u ocupados en conversaciones intermitentes".

No hay esperanza para el pueblo

Anotando que el campesinado es una fuente principal de la dirección comunista china, el señor Berstein da a entender que China continental podría estar un poco mejor bajo los intelectuales. Podría ser. Pero también podría estar mucho mejor bajo un sistema libre donde el campesinado tuviera una oportunidad para mirar más allá del fango y del cieno.

El señor Berstein es claro al indicar que bajo Mao Tse-tung, China gastó "las mejores y más sobresalientes vidas y talentos" .

Se equivoca, sin embargo, al decir que la usurpación comunista ofreció a Mao un "gran respaldo popular, que tal vez ningún gobierno chino había tenido antes". Esa es otra de las malas interpretaciones acerca de la usurpación comunista. El pueblo no fue consultado. Al pueblo le llegó el comunismo sin que le preguntaran si lo querían o no.

Con el maoísmo ya debilitado, ¿pueden los comunistas chinos restaurar a China y servir las necesidades del pueblo? El señor Berstein no lo cree así.

Para que haya grandeza, afirma, "el estado debe permitir un suficiente grado de independencia y libertad para que el individuo pueda crear sin miedo político". "En lugar de ello -continúa- China continental tiene el conservatismo y la cautela de la burocracia, la intolerancia de cosas nuevas o heterodoxas, el celoso dominio sobre su monopolio de poder y sobre los intereses establecidos por la clase gobernante, la suposición de que es el derecho y la responsabilidad del supremo poder imponer sus visiones y conceptos sobre la masa amorfa".

El libro del señor Berstein, al igual que el de su colega Butterfield, es una convincente y poderosa respuesta para aquellos que quieren jugar la carta de China Roja contra la Unión Soviética. Es también algo que deberían leer los occidentales que han sido engañados por los comunistas chinos y sus simpatizantes extranjeros.

Estos dos corresponsales han visto de cerca a los comunistas chinos durante un considerable período. No les agrada lo que vieron. Y nadie más que el propio pueblo chino, con sus opiniones y experiencias, es quien ha hecho posible estos libros.

Popular

Más reciente